Crece el número de autonomías rebeldes que seguirán atendiendo a los inmigrantes sin papeles
Casi un millón de inmigrantes se quedarán sin asistencia sanitaria a partir del sábado, cuando entra en vigor la norma que se retira el acceso a la sanidad pública a los extranjeros que residan en España de manera irregular.


Según el Instituto Nacional de Estadística, 5.251.094 extranjeros residentes en nuestro país cuentan con permiso de trabajo o residencia y no se verán afectados por la exclusión del sistema de salud que promueve el Gobierno de Mariano Rajoy.
Sin embargo, todos los indicios apuntan a que el número de inmigrantes en situación de semi-clandestinidad es mucho mayor y podría situarse incluso en torno a un millón de personas. Desde el sábado todos aquellos que superen la edad de 18 años se verán oficialmente rechazados en los hospitales españoles, a excepción de los servicios de urgencias. Al menos, eso es lo que pretendía el Gobierno, pero no va a ser así. Durante los últimos días, también aumenta el número de gobiernos autonómicos que se oponen a dejar a las bienaventuranzas fuera de la ley, mientras que la Federación Estatal de Asociaciones de Inmigrantes y Refugiados en España (FERINE) ha convocado para mañana día 31 una jornada de movilización estatal contra estos nuevos recortes.
El ministerio de Sanidad, que titula Ana Mato, se ha comprometido a mantener el tratamiento a los enfermos crónicos o graves, a los que se les retiraría la tarjeta de asistencia, pero buscando un extraño subterfugio, el de hacer llegar a sus países de origen el coste de la atención que reciban, en el supuesto de que haya convenio de cooperación en dicha materia como ocurre, por ejemplo, en el caso de Ecuador. De no ser así, el inmigrante será atendido cuando el facultativo determine un riesgo vital.
El reglamento que desarrolle en decreto de la reforma incluye una trampa que avanza ya la posible privatización del hasta ahora sistema universal de salud pública: a los inmigrantes irregulares, sean comunitarios o no, se les ofrecerá una póliza de seguros si desean cobertura sanitaria completa, unos 710,40 euros anuales (59,20 al mes) o 155,40 mensuales para los mayores de 65 años.
Rafael Hernando, diputado del Partido Popular , ha llegado a asegurar que “el concepto de salud universal no quiere decir que la asistencia sea gratuita”, contraviniendo los distintos convenios firmados en tal sentido por España ante Naciones Unidas y que sostienen que la financiación de los servicios de salud universal no debe correr a cargo de los pacientes sino que deben buscarse cauces alternativos.
Ayer, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, insistía en dicho supuesto y consideraba que “la exclusión de las personas en situación irregular de la atención sanitaria es moralmente intolerable, y condiciona la calidad democrática y los valores humanitarios de nuestra sociedad”, en palabras de su presidenta, Maribel Mora.

No habrá ahorro, según su punto de vista, pero sí riesgos: si un sector de la población no se vacuna para prevenir enfermedades infecciosas, como puede ser el caso de una simple gripe, se configurará como un nicho de riesgo que podrá transmitir dichas afecciones al resto de la población.
Es una percepción que se extiende a otros lugares del Estado: “En la comunidad andaluza, tanto el Vicepresidente de la Junta, Diego Valderas, como la Consejera de Salud, María Jesús Montero, han indicado que Andalucía va a garantizar el acceso a la salud por parte de las personas inmigrantes sin documentación –entiende Mora--. Sin embargo, a dos días de que entre en vigor el Decreto Ley, no se han dado instrucciones claras de cómo esto se va a llevar a cabo de forma efectiva. Muchos centros de salud han tenido que ponerse en contacto con sus Distritos Sanitarios, sin que éstos estén dando instrucciones precisas sobre cómo proceder”.
Hoy mismo, María Jesús Montero, consejera de Salud de la Junta de Andalucía, ha insistido en que Andalucía seguirá atendiendo a dicho colectivo "exactamente igual que hace un mes o hace un año, y mantendrá la protección universal de todos los ciudadanos tengan el origen que tengan". Se calcula que en Andalucía existen alrededor de unas 46.000 personas las que disponen de un Documento asistencial temporal que seguirá en vigor, a fin de realizar un seguimiento de su historial médico a través de diferentes centros de salud.
Asturias y Canarias se han sumado al plante. También Castilla y León, otra comunidad del PP, y Navarra, seguirán prestando asistencia sanitaria a los inmigrantes sin papeles a partir del próximo sábado .
Del mismo modo, en el País Vasco se mantendrá esa misma doctrina, aunque como en Cataluña o Galicia, la primera autonomía del PP en decirle que no a La Moncloa, se ha incorporado un requisito que antes no existía explícitamente, y es el de exigir el empadronamiento en cualquiera de los municipios de la comunidad autonómica “en el que tengan su domicilio habitual, por un período continuado de, al menos, un año inmediatamente anterior a la presentación de solicitud de reconocimiento del derecho”. Así se contempla en el Decreto 114/2012 publicado por el Gobierno Vasco el pasado 26 de junio sobre el “Régimen de las prestaciones sanitarias del Sistema Nacional de Salud en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Euskadi”.
Y así lo ha denunciado hoy, en Bilbao, Harresiak Apurtuz, Coordinadora de ONG de Euskadi de Apoyo a Inmigrantes y SOS Racismo. Sus portavoces han asegurado que secundarán las movilizaciones que mañana viernes tendrán lugar a escala estatal por el derecho a la sanidad pública para todas las personas.

A juicio de la plataforma vasca, la reforma sanitaria no afecta sólo a los inmigrantes sino a la población autóctona ya que, por primera vez, se sienta un precedente claramente economicista en el derecho a la salud: “Afecta a toda la sociedad y define un modelo de sociedad discriminatorio. Muchas personas, nacionales o inmigrantes en situación regular, es posible que no puedan disponer del derecho a una cobertura de salud amplia según sus circunstancias laborales o personales. Que no nos engañen”, alertan”. A su juicio, el polémico decreto supone un atentado contra la cohesión social: “La restricción del derecho a la sanidad fagocita una de las garantías más básicas del sistema de bienestar; y esconde una maniobra política en aras de la privatización de un servicio que se supone universal”.
Junto al plante de diversas autonomías, el Gobierno tendrá que enfrentarse también al hecho de que más de 1.700 profesionales sanitarios se declaran objetores y afirman que seguirán atendiendo a inmigrantes. Ese es el número de inscritos en la Red de médicos de Familia de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, una de las entidades que se han mostrado más activas en este ámbito, junto con otras organizaciones como Médicos del Mundo. Entre los objetores, figuran profesionales de la salud de atención primaria, enfermeros, psiquiatras, internistas, o pediatras, que reivindican su “derecho a curar”, por encima de las restricciones gubernamentales.
FUENTE: http://www.publico.es